Santo Juan Pablo II

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 Santo subito – estas palabras, coreadas y escritas en las pancartas por los fieles desde el día de la muerte de Juan Pablo II, se realizarán el próximo 27 de abril en la Plaza de San Pedro en Roma. Este día el papa polaco será declarado santo.
Eso ocurre después de ocho años, es decir, en la escala de los procedimientos de la Iglesia, efectivamente casi de inmediato. En Cracovia y en la Pequeña Polonia – el pueblo natal de Karol Wojtyla – este acontecimiento ha sido esperado de una manera muy especial. Decenas de miles de personas partieron a Roma para participar en la ceremonia que finalizará el pontificado de Juan Pablo Segundo.
La elección del cardenal arzobispo Wojtyla como sucesor de San Pedro en 1978 constituyó para Polonia un suceso de gran importancia. Hay que recordar que en aquella altura el país formaba parte del bloque comunista y se encontraba sumergido en la desesperación social y económica. Y en eso, inesperadamente, desde Roma vino la noticia que habían elegido a la cabeza de la Iglesia Católica, el primer papa no italiano desde hace 500 años, el papa polaco. Nacido en Wadowice recibió la formación académica en Cracovia. Su elección fué recibida por los católicos polacos – es decir, la mayor parte de la nación – en categorías de milagro. Era durante su pontificado que Polonia realizó su viaje, largo y complicado, con episodios sangrientos pero en general pacífico desde el totalitarismo hacia la democracia tan soñada. Juan Pablo II jugó un papel decisivo en esta transición política y social. Su primer viaje papal a Polonia, realmente impuesto sobre las autoridades comunistas, contribuyó para el cambio del ánimo social, devolvió a la nación el espíritu de fuerza, dando como fruto una serie de huelgas en el verano de 1980 que condujo hacia el nacimiento de la memorable federación sindical independiente Solidarność (Solidariedad).
No obstante, el recuerdo del papa tiene al menos una dimensión más, a lo mejor aún más importante del proceso histórico mencionado por encima. Juan Pablo II, a partir de su elección, se convirtió en la autoridad moral para millones de personas en el mundo entero. En Polonia, la fuerza con que influyó sobre el destino de personas particulares era aún más considerable. Porque desde aquí venía él. Es aquí que, antes de mudarse al Palacio Apostólico, había sido estudiante, vicario, hombre de ciencia, líder espiritual de la juventud, obispo y, finalmente, arzobispo metropolitano. Lo conocieron personalmente cientos de miles de personas, y ya en aquella altura muchos de ellos fueron convencidos de su santidad. No aquella que se revela mediante los milagros, pero sí, que es visible en su personal testimonio de fe, su actitud hacia otros seres humanos y hacia sus debilidades, en su fuerza moral, su serenidad de ánimo, un amplio horizonte intelectual.
A partir de la muerte de Juan Pablo II en Cracovia surgieron muchos establecimientos entregados al manejo de la herencia dejada por él. Le fueron dedicados muchos monumentos, unos más acertados que otros; se construyó el Centro „No tengáis miedo” que lleva su nombre. Sin embargo, lo más importante es lo que Juan Pablo II dejó en la mente y en los corazones de las personas que fueron testigos de su pontificado. Ellos saben que la transición por la que pasaron se debe a la santidad de Juan Pablo II, la santidad que será formalmente anunciada por la Iglesia el próximo 27 de abril.

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San Giovanni Paolo II

Santo subito –sono le parole scandite e scritte sui manifesti  dai fedeli  già dal giorno  della morte  di Giovanni Paolo II e che si realizzeranno il 27 Aprile in Piazza San Pietro a Roma. È il  giorno in cui il papa polacco verrà canonizzato dopo solo otto anni passati,  il che può essere considerato proprio subito, considerando la tempistica delle procedure ecclesiastiche. Questo evento si aspettava con particolare emozione sia a Cracovia che in tutta la regione della Piccola Polonia, le terre natali di Karol Wojtyła.  Diverse migliaia di persone partiranno per Roma per partecipare alla cerimonia che  coronerà definitivamente il pontificato di Giovanni Paolo II.
L’elezione del cardinale Wojtyła al soglio pontificio nel 1978 fu per la Polonia un evento di grandissima portata. Va ricordato che all’epoca il Paese faceva parte del blocco sovietico, sprofondato  nella disperazione sociale ed economica.  Ed ecco che da Roma giungeva inaspettatamente la notizia che per la prima volta dopo oltre 500 anni il capo della Chiesa Cattolica non sarà un italiano ma un polacco, nato a Wadowice ed istruitosi a Cracovia. Per i polacchi cattolici ovvero la stragrande maggioranza del popolo, questo evento venne visto come un vero miracolo.
Era nei tempi del suo pontificato che la Polonia attraversava un cammino lungo e complicato, a volte sanguinoso, però in ogni caso pacifico, dal totalitarismo alla prediletta democrazia.  Giovanni Paolo II era un protagonista che ebbe un ruolo immenso in quella trasformazione politica e sociale. La sua prima visita pastorale in Polonia, imposta praticamente contro la volontà del governo comunista, influì talmente tanto sul popolo, restituendogli la sua forza, che in seguito portò al sollevamento popolare nell’estate del 1980, dando inizio alla storia del famoso sindacato di “Solidarność”.
La testimonianza di Giovanni Paolo II ha tuttavia un altra dimensione, persino più significativa del  processo storico menzionato. Il papa appena eletto diventò immediatamente l’esempio morale per milioni di persone di tutto il mondo. In Polonia la sua influenza sulla vita dei singoli cittadini era ancora più intensa, perché era un connazionale. Prima di arrivare al Palazzo Apostolico fu qui studente, vicario, studioso, pastore d’anime dei giovani, vescovo e finalmente metropolita.  Tanta gente che lo conobbe di persona sin da subito era convinta della sua santità. Non quella espressa dai miracoli avvenuti per sua intercessione, ma quella testimoniata dalla sua fede personale, l’atteggiamento verso la gente e le sue debolezze, dalla potenza morale, la serenità d’animo e il grande intelletto.
Dopo la morte del papa furono fondate a Cracovia tante istituzioni con l’obiettivo di curare la sua eredità e furono eretti monumenti di diverso valore in sua memoria. Fu costruito un Centro sacrale di Giovanni Paolo II “Non abbiate paura”. L’eredità più importante però è ciò che rimane nella mente e nel cuore delle persone-testimoni della sua vita e  del suo pontificato. Essi, meglio di tutti, sanno che il mutamento avvenuto  dentro di loro è dovuto alla sua santità che la Chiesa riconoscerà ufficialmente il 27 Aprile.








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